La otra tarde tenía entre mis manos las obras de Esquilo, "Prometeo encadenado" para ser más exacto. Así de tajante se muestra Prometeo ante la imperiosa insistencia de Hermes:
"En vano me importunas, cual si dieras
consejos a las olas. No, que nunca
se te ocurra pensar que yo, por miedo
al decreto de Zeus, pueda portarme
como si de hembra corazón tuviera,
y a suplicar a un tan odiado
que me libere de estos grillos, con
mis palmas levantadas, como haría
una mujer. ¡Estoy muy lejos de ello!"
Este fragmento no altera en mí la percepción del impacto que el arraigo tiene en nuestros hábitos, mas sí lo muestra más poderosamente trágico.
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