miércoles, 14 de noviembre de 2012

25 de noviembre

Podéis consultar el programa de actividades organizadas en torno al 25 de noviembre por el departamento de Igualdad del Ayuntamiento de Laudio.
azaroak 25 de noviembre: egitaraua / programa

lunes, 12 de noviembre de 2012

LAS NUEVAS Y LAS VIEJAS MASCULINIDADES

Acudí a las jornadas organizadas por el Departamento de Igualdad del Ayuntamienrto de Laudio sobre "vínculos familiares y buenos tratos". La sesión, que giraba en torno a las nuevas masculinidades y el rol paterno en situaciones de violencia de género, fue impartida por Miguel Lorente y Raúl Lizana. Simplemente magistral. No me cabe más que agradecer a las responsables del departamento de Igualdad por habernos ofrecido esta magnífica oportunidad para acercarnos, desde el rigor, a una problemática con tantas aristas y tan dramática a su vez.

Acudí a la sesión solamente con mi atención. Sin bolígrafo y sin cuaderno para tomar notas, mi atención era incapaz de centrarse exclusivamente en las ideas que, sin descanso y bien arraigadas en la experiencia de los ponentes, invadían la sala. No había propuesta que, una vez depositada en mi conciencia, no actuara una y otra vez interpelándome, poniéndome ante una especie de autotribunal evaluador. No resulta sencillo porque, ante ese tribunal, somos responsables. Hablo en exclusiva de mis impresiones; por eso solamente me comprometen a mí.

Del saber transmitido en las conferencias, me quedo con alguna que otra idea dispersa y que, con ese mismo carácter, intento reflejar en estas líneas:

Se argumentó que la cultura patriarcal está profundamente arraigada en nuestra cultura. A través de siglos y siglos venimos reproduciendo, de generación en generación, un tipo de relaciones basadas en un hecho tan arbitrario como lo son las relaciones de poder. Esta situación de crisis, que caracteriza el tiempo presente, la expone (la cultura patriarcal) de nuevo en toda su crudeza en el escenario sociopolítico. Las nuevas maculinadades, basadas en el respeto, el reconocimiento y la implicación, están en pugna con el viejo modelo heredado, y sus itinerarios no siempre son favorables a la igualdad. Crecen la voces que reclaman el retorno de la mujer al hogar como si el trabajo fuera del hogar debiera estar preñado de genero. Esta sociedad, que no es nada sin nuestros actos y nuestras conciencias, atribuye una vez más un valor instrumental absoluto a la mujer, del mismo modo que lo hace con otros grupos sociales subordinados en el mapa de la organización social y los roles atribuidos.

Una cuestión que se relaciona estrechamente con esta prepotencia social patriarcal, y que está en la base de lo que somos, es la significación del respeto. Cuando expulsamos a la mujer del mercado de trabajo, porque éste es escaso, cometemos el acto de desprecio humano, social y político más irresponsable y arrojamos a quienes lo padecen a un universo de vulnerabilidad evidente. Sus consecuencias caminan de la mano de la violencia. Una vez perdido el derecho, una vez sometidas las personas, una vez expropiadas de los derechos... quedan expuestas a la voluntad arrogante del poder tiránico y, en consecuencia, la violencia queda justificada porque el respeto ya ha sido aniquilado.

Así dibujamos, o desdibujamos, el conflicto, aunque más bien se trate de un modo de expresarlo. Podemos pensar por un momento que la violencia de género es producto del conflicto de intereses y no puedo aceptarlo... Estamos ante todo frente a un modo de resolver el conflicto, que se ha basado en esa fórmula incomprensible según la cual siempre ganan los mismos, "y así debe ser". Es cierto que en esta violencia hay una parte muy importante de no querer reconocer los derechos de esa otra parte mayoritaria de la sociedad y, en modo especial, de no querer admitir la legitimidad de la autodeterminación individual (la locura del "me pertenece"). Sus evidencias caminan de la mano de la renuncia al reconocimiento y de la renuncia al respeto, en este caso de las mujeres, ya en el ámbito familiar ya en los ámbitos social y político. Así visto, el modo en que se afronta el conflicto puede ser una de las claves centrales, junto con la concepción patriarcal de la estructura de poder imperante, para entender las razones de la violencia de género. Quizá la relación sea mayor de lo esperado y este modo abusivo de inclinar la balanza del conflicto siempre del mismo lado es consecuencia casi inevitable de un concepto del poder basado en el principio de jerarquia y en la desigfualdad.

La tragedia de estas circunstancia sociales y políticas es que, sin quererlo, también los hombre somos los grandes perdedores, reproduciendo los roles y valores que nos dominan. Perdemos el gozo de los sentimientos, la oportunidad de mirarnos a los ojos, el impacto del reconocimiento de nuestras conciencias diezmadas.... y... sin saber por qué demonios sucede, nos dirigimos al campo de batalla de una guerra de género que mediante el abuso construimos y del que no sabemos salir, salvo a través de nuestra mirada y nuestra escucha a las certezas que avanzan firmes, convencidas de que otro modo de relacionarnos es deseable y posible... Mientras tanto, en la agonía de la violencia, explícita o sutil, nuestros hijos e hijas aprenden y reproducen, bajo nuevas formas, esos valores ya caducos de la dominación que les legamos.